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Señor, pon en mi boca un centinela
que vigile a la puerta de mis labios.
No dejes que mi corazón se incline al mal,
que cometa injusticias con los malhechores.
¡Que no pruebe yo sus manjares!
Que el justo por amor me corrija y me reprenda,
que el aceite del malvado no perfume mi cabeza,
que mi oración se alce frente a sus maldades.

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